MUJERES TEJIENDO FUTURO: SIN NOSOTROAS NO HAY CAMINO SOSTENIBLE

IRENE RAMOS ZAFRA Y SHEILA PRADO SARAVIA

El futuro no es un lugar distante donde llegaremos un día. Su semilla está en el presente, en los valores, creencias, prácticas y decisiones que se toman hoy y que mueven el tablero de lo que sucederá más adelante. Está en lo que vamos tejiendo ahora para cosechar mañana. Está en imaginar lo que queremos para empezar a darle forma.

Actuar en el presente sin preguntarnos sobre la repercusión futura conlleva riesgos y hay hartos ejemplos de sus consecuencias, muchos de ellos provocados por el modo de vida humano: desastres ambientales, cambio climático, desigualdades sociales agudas, conflictos, agotamiento de recursos clave para la supervivencia de especies, incluso la nuestra…

 ¿Pero qué tenemos que ver nosotras con un futuro más sostenible? ¡Todo!

Nosotras, como colectivo global femenino, somos las más afectadas por las desigualdades y por las diferentes crisis que vivimos. En 3 ejemplos con datos de 2020:

  1. El informe “Género y Cambio Climático – un diagnóstico de situación”, realizado por el Instituto de la Mujer, indica que un 80% de las personas refugiadas por causas ambientales son mujeres.
  2. El informe de Oxfam “Tiempo para el Cuidado”, apunta que los 22 hombres más ricos del mundo tienen más dinero que todas las mujeres del continente africano juntas!.
  3. El mismo estudio revela que el trabajo de cuidados gratuito de mujeres y niñas de todo el mundo podría ser contabilizado en más de US$ 10,5 billones de dólares al año, lo que supone más de 3 veces todo el valor generado por la industria de tecnología globalmente.

Son muchas las brechas de desigualdad de género a cerrar y muchas capas complejas e interdependientes a tratar. Sin embargo, es importante enfatizar que cada uno de los datos no son fortuitos o mera casualidad, todo lo contrario, reflejan decisiones en el ámbito individual y colectivo que se van tomando en las esferas privadas y públicas y que tienen consecuencias. Y si seguimos igual, nos costarán, por ejemplo, otros 200 años* para cerrar la brecha laboral entre géneros…

Pensar que generaciones de mujeres pueden estar viviendo esos mismos desafíos dos siglos años adelante es razón suficiente para movilizarnos ahora y nos demuestra que la igualdad es fundamental para alcanzar una sociedad realmente sostenible.

Pero seamos también positivas, no todo son malas noticias.

Otros ejemplos nos muestran que las mujeres somos muy afines a los valores del desarrollo sostenible y más propensas a adoptar comportamientos que generen menor impacto, así como participar de iniciativas de protección social, al medio ambiente y de su entorno en general.

En la práctica las mujeres somos la mayoría de las gestoras de los cuidados y de las necesidades del hogar. Esto también puede ser parte del cambio a una sociedad más igualitaria dónde la responsabilidad se reparta. Pero mientras, somos las principales decisoras de las compras y responsables de la economía y gestión de los recursos en el ámbito doméstico, del listado del supermercado y de la administración de los residuos y desperdicios. Y además, somos multiplicadoras de nuestra forma de consumo junto a la familia, cuanto más conscientes más implicamos a los demás miembros.

Cuando nos convertimos en madres, esa conciencia suele ampliarse ya a partir del embarazo y se refleja en una mayor preocupación en la elección de productos y servicios para proteger la salud del bebé, trayendo cambios de comportamiento, de consumo y también una serie de nuevos dilemas, pues estar en el “modo sostenibilidad” significa lidiar continuamente con nuestras limitaciones, contradicciones e humanidad.

El interés por inversiones financieras comprometidas con la sostenibilidad, por productos con menores impactos ambientales y la participación social voluntaria o actividades no remuneradas también suelen ser mayores entre las mujeres que entre los hombres.

 ¿Y cómo empresarias, emprendedoras y profesionales?

Hay numerosos ejemplos de mujeres que están revolucionando el campo, las microempresas, el tercer sector, empresas globales o gobiernos al liderar y adoptar prácticas con una perspectiva más igualitaria, inclusiva y sostenible, así como estudios que asocian la mayor presencia de mujeres en el liderazgo de las organizaciones con mayor transparencia, mejoras de calidad de vida y sostenibilidad.

No es sencillo, pero es posible y son esas pequeñas y grandes decisiones cotidianas que van tejiendo futuro. Tener claro los valores que rigen nuestros negocios y la actuación profesional, entender los impactos en nuestra cadena de valor, el “cómo” nos relacionamos con todos los públicos y podemos generar beneficio a toda la sociedad es clave para las transformaciones a medio y largo plazo.

Mujeres tan diversas como Jacinda Ardern, Gail Klintworth, Chimamanda Ngozi Adichie, Jane Goodall, Mónica Chao, Faith Pashile, Jennifer Nini, Jacqueline Nduku, Amina J. Mohammed, Anita Roddick, Wangari Maathai (las dos últimas in memorian) y miles de pequeñas emprendedoras en todo el mundo nos vienen indican que ¡sí, es posible!

Además, la Harvard Business Review apunta que las empresas con equipos diversos tienen un 45% más de posibilidades de crecer en relación al año anterior y un 70% más de probabilidad  de tener ganancias en el mercado.

Esos ejemplos nos muestran por un lado el papel, afinidad y potencial que tenemos de proponer y promover cambios positivos, por otro, la importancia de incorporar mujeres en los procesos decisorios y de diseño de la sociedad.  Como afirma el estudio Behind every Global Goal: Women leading the world 2030, somos parte fundamental para alcanzar la Agenda 2030 y para esto, tenemos que estar. Al final, no hay sostenibilidad posible sin igualdad y no hay futuro sin nosotras.

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https://www.oxfam.org/es/informes/tiempo-para-el-cuidado

https://www.inmujeres.gob.es/diseno/novedades/Informe_GeneroyCambioClimatico2020.pdf

 

Irene Ramos Zafra. LA CAJA VIVA

Sheila Prado Saravia. ECOLABORATIVA