YA NOS DA EL SOL

INMACULADA PÉREZ FIGUEROA
INCENTIFOR
07/12/2020

Esta historia comienza con una conversación entre un muy buen amigo mío, persona de campo de toda la vida, sabio, joven y de pensamientos más progresistas de los que se le presuponen a este tipo de perfiles, con el que compartía algunas de mis dudas sobre la sociedad en la que nos ha tocado vivir.

Yo soy una urbanita, adoro el campo, pero mi padre nunca lo pisaba, y en mi casa se hacía lo que el decía y sin negociación previa. Crecí solo yendo al “Campillo”, que para quien no lo sepa es hoy día la Avenida de Manolete, y por entonces puro descampado, que yo recuerdo fantástico terreno de juego de los niños y niñas que crecimos en Ciudad Jardín.

Por esta razón desconocía todos los temas relativos al campo hasta que, ya con una edad y una curiosidad innata, me fui enterando de muchas cosas que siempre me han servido también para aplicarlo mentalmente a otros órdenes de la vida, y sirve, vaya si sirve.

Pues me contó lo que se les hace a las gallinas para que no vuelen, y con toda la naturalidad del mundo me hizo este símil que ahora os cuento.

A las gallinas se les puede criar encerradas, pero eso no solo no es lo más oportuno, sino que además no es rentable, y digamos que hoy día socialmente mal visto. Todos estamos muy preocupados con el tema de que los animales sufran, por ello es que estamos encantados de que las gallinas vean el sol, incluso tenemos un sello y una normativa para eso.

Pues para que tengan el lujo de poder salir, le cortamos las puntas de las  alas, plumas por supuesto, y con ello le impedimos remontar el vuelo. Lo que puede parecer una aberración es solo un método “natural” de control, que no les hace daño.

No voy ahora yo a cuestionar cómo hay que criar una gallina, pero sigo contando y mi mente sigue funcionando en paralelo.

Nuestra gallina no le da tiempo a saber que es vivir con sus alas completas y si le crecen se le vuelve a cortar la punta, con ello todos somos felices y todo está bajo control. Nacen, crecen, se reproducen y mueren “normales “y felices, sin saber nunca que hubiera sido de ellas en el estado en el que la naturaleza les creó.

Pero lo mejor de la sociedad en que vivimos, es que nos sentimos estupendamente por el logro de que se críen en tierra, que el sol forme parte de sus vidas y las llamamos erróneamente criadas en libertad. Nos imaginamos que hemos alcanzado ese bienestar que, en este caso, y disculpen mi ignorancia, a lo mejor es imprescindible para la vida de esa gallina, pero …. esa parte ya no me sirve.

Pero que nadie se lleve a engaño, no es lo que tenía que ser, es lo que a nosotros nos viene bien que sea, dentro de un orden no aberrante de tenerla en una jaula sin moverse y “estando quietecita”.

Aterrizando mi pensamiento, podemos muchas creernos con una vida plena, en libertad e igualdad, pero miremos si es la realidad o la que nos dejaron ver con nuestras alitas cortadas, …. Eso sí,  ya por lo menos nos da el sol.